Nearshoring, oportunidad histórica para México en comercio exterior
Diego López Tamayo, economista senior de BBVA México
La guerra comercial entre Estados Unidos y China impulsó el nearshoring como un mecanismo para relocalizar la producción de las empresas estadounidenses en regiones más cercanas de ese país que se aceleró por la pandemia del Covid-19 reestructurando las cadenas productivas, poniendo en evidencia los riesgos de concentrar etapas clave de procesos productivos en regiones que se vuelven de difícil acceso cuando las redes de comercio se ven obstaculizadas.
Otro factor que propició la incorporación del nearshoring fue el conflicto Rusia-Ucrania que ha provocado que empresas de países occidentales busquen reducir su dependencia de países involucrados desde una perspectiva geopolítica. Este contexto internacional ha propiciado entre las economías tanto en Asia como en Latinoamérica una búsqueda por atraer esa producción.
Destaca la ubicación geográfica de México, al ser parte de la geografía de América del Norte, así como integrante de un tratado comercial como el T-MEC, hace que el país tenga una oportunidad histórica para ser parte de esta reubicación de procesos productivos.
La manufactura mexicana es una de las más competitivas a nivel global, en especial de la industria pesada y eso da como resultado que México se ubique en lo más alto en la clasificación de competitividad, sólo después de China.
México ha tenido una mayor demanda por esta relocalización, sin que esto signifique que está liderando el sector, pues esta mayor demanda de producción que ha salido de China desde 2018, se ha quedado en países vecinos del gigante asiático como Vietnam, Taiwán o Singapur y se puede argumentar que las ganancias de México por nearshoring se están quedando por debajo de lo que debería obtener.
En un ejercicio de simulación realizado por el área de Estudios Económicos de BBVA México en el Informe “Situación regional sectorial 2022″ en el que se analizó el impacto que hubiera tenido el crecimiento económico del país de haber recibido la totalidad de flujos comerciales que han salido de China desde 2018, dando como resultado que la economía mexicana habría tenido un crecimiento de 1.42% anualmente, y no -0.40%; la manufactura habría crecido alrededor de 7% anualmente, en vez de 0.69%; y sectores de alta relevancia como comercio mayorista y transportes hubieran duplicado su crecimiento anual en este periodo.
Probablemente México no está preparado para recibir esa cantidad de capitales y un claro ejemplo es lo que sucede con el acceso a la electricidad. La simulación para este rubro demostró que el nearshoring habría incrementado en 25% la demanda eléctrica contra el 2020, requiriendo un crecimiento anual de 1.64% entre 2018-2020, lo cual contrasta con el crecimiento anual de -0.3% en este periodo” y reitera que la construcción de infraestructura eléctrica ha caído desde 2019, derivado también de proyectos de inversión cancelados o pospuestos.
En conclusión, es fundamental que el país se prepare para ganar terreno en la relocalización, aumentando su capacidad de generación de electricidad y la modernización de la infraestructura de transmisión y distribución que son solo el primer paso para convertir a México en un receptor factible, además de que debe apostar por la generación de energías limpias que son más eficientes en costos y ayudan a mejorar las emisiones, por lo que el país puede y debe aprovechar está oportunidad.